Cuando el diablo se aburre
me visita a escondidas.
Jugamos a sostenernos las miradas
y noto cómo mis párpados se aguan.
Un vacío me recorre el esternón;
siento su puño asiendo,
con saña,
mi corazón.
Se cuela dentro de mi cuerpo
y arrasa la esperanza
que alimenta mis arterias.
Apila mis virtudes parcamente,
las ata entre su rabo
y me embiste con sus astas.
Se diluye la tristeza en mal humor,
confundo sueño con cansancio
y me transformo en escorpión.
Después, malheridos,
lidiamos a dolor abierto
en combate único.
Y como boas venenosas
permutamos a mordiscos,
dentellada limpia,
nuestra mortífera ponzoña.
No hay antídoto
e intento exorcizarme,
yo sola,
de sus sutiles malas artes.
Se rebela mi lado más hiriente,
sale a la luz mi versión más gilipollas
y aparto de mi halo de un plumazo
a todos los que son buenas personas.
Porque no veo más allá de aquel infierno
que construyo de cuando en cuando
en los cimientos que sostienen
mis múltiples complejos
y los rotos inconexos de mi alma.
Luego abro los ojos
y ya no hay ningún demonio.
Como buena tempestad
dejo paso hasta mi calma.
Me arrepiento y lloro
por haber lastimado,
en mi fatal posesión,
a la gente que me aprecia
y a mí misma,
nuevamente.
Y escribo cosas como ésta
para redimir mis faltas
y poder pedir perdón.
María Eugenia Hernández Grande
Pido perdón mil veces al hablar sin embargo para mi los perdones no sirven demasiado…. A lo mejor es por mi obsesión por construir hacia el futuro, sin olvidar el pasado claro, pero con el perdón dado como un hecho.
Todo cambia y las personas también.
Más sabe el diablo por viej…
La próxima que te visite piensa que en el juego, tu ya has ganado.
Boa lua Maru =O)
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Es bonito poder pronunciar la palabra perdón y sentirnos perdonados, yo también me dejo la boca diciéndolo pero los perdones verdaderos son los tácitos como bien señalas. Presiento que volverá a visitarme pero voy aprendiendo a manejarle 😉 todos tenemos algo de sombra que resalta la luz.
Un abrazote Diego!!
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Hay que tener cuidado… el peor de los daños nos lo infringimos nosotros mismos, aunque parezca difícil de creer.
Un abrazo, Maru! 😘
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De difícil de creer nada Lidia, yo también opino lo mismo, nunca tendremos un enemigo peor que nosotros mismos. Pero aprenderlo e intentar remediarlo es una gran lección. Un besito!!
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El peor de los demonios siempre vive en nuestro propio interior. Mantenlo vigilado 😉
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Completamente de acuerdo Andrea, intento mantenerlo a raya pero a veces se me escapa 😉 un abrazo!
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